Los que nacimos en la decada de los 50 adquirimos una conciencia de clase y un compromiso social coadyuvados por los acontecimientos de la época que nos tocó vivir. Tuvimos
la mala fortuna de nacer en un momento en el que España atravesaba uno de los pasajes de su historia más oscuros, injustos y represivos. Sin embargo, éramos una generación decidida, rebelde e inconformista. Formamos parte de una juventud que se negó a vivir en un estado de sumisión y opresión presenciando cómo la justicia y los derechos sociales eran mancillados.
Nuestras vidas transcurrieron por un camino difícil y austero, repleto de obstáculos y en una época hostil. Conseguimos ser una generación heterodoxa e iconoclasta que, con su empatía, su solidaridad, su concepto de justicia, su ansia de libertad, su deseo de cambiar el mundo y su esfuerzo transformó España. Que nuestra existencia no caiga en el olvido.